Hoy vamos a hablaros de tradición.

Centenaria, del lejano oriente. Si nos ceñimos al Japón. Milenaria en la China, de donde es original. Hoy os traemos a un invitado que hunde sus raíces en la tierra y crece… más en sabiduría que en tamaño.

Hoy os hablaremos del bonsái.

Que es lo mismo que hablaros de tradición, paciencia, amor y naturaleza

Al contrario de lo que mucha gente podría pensar, el “bonsái” no es un árbol concreto. Ni un arbolito. Ni, por favor, un arbusto. El bonsái es un concepto aplicable a la mayoría de los árboles. Se trata del arte de cultivar un árbol en un recipiente (bandeja). La propia palabra lo indica (a los que hablen japonés)…

“Bon + sai” = “Bandeja + cultivar”

 Menos mal que el lenguaje de las plantas es universal. Requiere, como todo aprendizaje: tiempo y paciencia. Y en el caso del bonsái, como ser vivo que es: cariño. La pasión por las plantas se sobreentiende. No llevarías un rato acompañándonos si no te apasionaran como a nosotros.

En Floristería Las Camelias podéis encontrar bonsáis

Para todos los gustos y para todos los niveles de conocimiento en la materia. Muchos se preguntan con curiosidad, durante años, qué debe sentirse al cuidar de un bonsái (también) durante años. Bien tratados nos sobreviven y se convierten en un legado vivo de un ser querido a quien tomar el testigo en su noble costumbre de cuidar la vida de otro ser. Así de profunda es la filosofía del bonsái.

A continuación os sugeriremos algunos bonsáis de los que podréis encontrar en nuestra floristería.

Los podréis encontrar con hojas grande, como nuestro bonsái Saitama o el bonsái Kanazawa. Los tenemos de hoja pequeña, como el bonsái Fukuoka. También los hay de tronco vertical, como el bonsái Osaka o con troncos intrincados, imposibles y retorcidos como el bonsái Okazaki. Con musgo como el bonsái Kobe, o sin musgo como el bonsái Sapporo.

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La forma, (tanto de la hoja como del tronco) dependerá de dos factores fundamentales. El tipo de árbol que usemos para nuestro bonsái (olmo, arce…) con sus rugosidades particulares y el tamaño de sus hojas. Y el segundo factor será el humano. En concreto el de nuestras manos. Nosotros iremos modelándolo a nuestro antojo para terminar transfiriéndole parte de nuestra personalidad y todo nuestro gusto al elemento natural que es el arbolito al que nos enfrentamos.

En esta ocasión os planteamos un reto de los buenos. Haceros con un amigo que, bien cuidado, bien alimentado, bien aseado y bien mimado (no hemos dicho nada que no sea aplicable a un amigo de verdad) os acompañará de por vida. Un amigo que os ayudará a relajaros. Os hará sonreír y del que podréis sacar pecho orgullosos cuando los demás lo alaben.