Cada día vemos más jardines verticales.
Y la vista lo agradece. La vista, los vecinos y la ciudad… porque estamos necesitados de verde. Necesitados de Naturaleza, de frescor, verdor, olor y color.
Los jardines verticales nacieron para cubrir un espacio, un hueco, más emocional que físico. Las ciudades crecen y el asfalto desplaza los árboles, las plantas y las flores a las afueras. Antes crecían a lo alto y ahora lo hacen también a lo ancho. Crecen y con ellas el tráfico y la contaminación.
Pero no debemos perder la esperanza en el ser humano. Cierto es que, a veces, saca a relucir su lado menos sensible. Pero otras veces siente la llamada de la Naturaleza y, como en el tema hoy, aflora (nunca mejor dicho lo de “aflora”) su lado natural. Hemos inventado los jardines verticales para entresacar espacios donde no los había para destinarlo a flores y plantas.
Los jardines verticales cumplen 3 funciones.
Decorativa, por supuesto. No es lo mismo mirar fijamente a un muro de ladrillo, o de hormigón que ver un muro verde salpicado por mil colores. También sirven para combatir la contaminación acústica, pues amortiguan ruidos en ambos sentidos: de fuera a dentro de un edificio y de dentro a fuera. Y la más importante, quizás, de concienciación medioambiental. Esta última pues trepan por los muros como si treparan por nuestras conciencias clamando al cielo por el respeto a la Naturaleza.
Claro que, hasta el momento, hemos hecho hincapié en los jardines verticales que irrumpieron en la sociedad no hace más de una década. Casi todos ellos tenían y casi siguen teniendo, un denominador común: pertenecían a empresas. Esos muros en los que proliferaron estos jardines eran de propiedad privada.
Y el tiempo no solo las dio la razón demostrando su belleza y su funcionalidad como hemos descrito antes. Las empresas privadas, si tienen algo, es valor. Valor, gusto y, con un poco de suerte, hasta presupuesto para permitirse mejorar la calidad de vida de sus empleados agasajándolos con iniciativas como ésta. Porque ahora podemos encontrar también jardines verticales de interior.
Además todo son facilidades con este tipo de decoración pues, al tratarse de un jardín vertical, y más si nos referimos al de interior, los elaboramos los jardines verticales con flores y plantas liofilizadas y artificiales que no implican cuidados exhaustivos ni complejos sistemas de regadío. Evitan incluso humedades…
Cumplen las mismas funciones que hemos detallado arriba con los de exterior: decoran y amortiguan ruidos. Pero los jardines de interior todavía van un paso más allá: alegran la vista. Fomentan un espíritu cordial que repercute para bien en la empresa, en el trabajador y en el cliente que los visita.
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Restaurantes, oficinas, hoteles… incluso actos efímeros como celebraciones, galas, premios… cada vez son más los sectores y las empresas que apuestan por este tipo de decoración natural. Y nosotros lo apoyamos desde Floristería Las Camelias. Por eso os brindamos la oportunidad de pedirnos un presupuesto y un estudio de vuestras necesidades particulares. Nosotros acudiremos a vuestro local o centro empresarial y no solo os asesoraremos, os prepararemos un jardín vertical que hará las delicias de empleados, clientes y visitantes.
Combinaremos los gustos de quien nos pide el proyecto. Tendremos en cuenta su imagen corporativa y, entre flores y plantas concebiremos un jardín vertical que pasará a ser vuestra seña de identidad en el corazón de la ciudad.
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