El Día de todos los santos es un día de celebración. Triste en algunos casos, pero cuando lo vives desde la fe, imbuido en el sentimiento y en el sacramento, esa tristeza es compatible con la felicidad. Puede resultar paradójico, pero es tal y como suena. En términos banales podría decirse que es una cita agridulce. Nos sobrecoge el dolor del sentimiento de pérdida, pero lo sobreponemos con la certeza de que ese ser querido, al que visitamos en su última morada, está feliz y acompañado por el resto de seres queridos que lo precedieron y los que lo sucedieron, y en compañía de Dios, y para un creyente, esta es la clave de esa felicidad.

De su dicha, su gozo y su paz de espíritu.

Por eso acudimos a ellos en una fecha tan señalada. Y cuando los visitamos los arropamos con flores, algo tan humano como ancestral, pues no hay rito funerario, ni era en la evolución de nuestra especie, desde que tenemos conciencia de serlo, en la que nuestros difuntos no hayan sido acomodados entre los pétalos o ramos de sus flores favoritas. Es consustancial a nuestra naturaleza humana.

En Floristería Las Camelias comprendemos la amalgama de emociones y sentimientos derivados de esta fecha. Y de la visita a ese ser querido que anida en nuestros corazones. Tenemos respuesta a la pregunta que muchos os hacéis a la hora de acudir con flores. Suele haber dos tendencias generalizadas… quienes optan por el ramo de flores, entre quienes prevalecen el Ramo de rosas rojas y el Ramo de rosas Celo, ambos disponibles con rosas blancas, rosas y amarillas.

El color, hasta el tipo de flor viene muchas veces condicionado por el carácter del difunto. Hay personas que irradiaban felicidad y a quienes recuerdan sus amigos, o familiares, con nuestro Ramo Cálido, o más clásicas con nuestro Ramo Condolence.

No faltan composiciones florales con las que se identificaba el difunto. La Composición España y la Composición Eternitá serían una buenos ejemplos, incluso Pinktie.

 

Sean ramos o composiciones, sea un amigo o un familiar… en todos los casos nos soléis pedir consejo para adecuaros a su personalidad. Y lo que nos llena a nosotros de gozo es ver el contraste en vuestros rostros, al entrar en la floristería compungidos, dubitativos y confundidos y veros salir con vuestro ramo, o habiendo encargado vuestra composición con una sonrisa de felicidad.

Porque, en definitiva, sabéis que vais a confortar a vuestro ser querido y eso os reconforta a vosotros.