Seguro que alguna vez has visto una película inglesa en la que los protagonistas se casaban en una capilla en medio de la campiña. Una de esas capillas, abadías o iglesias conservadas a pesar del paso de los siglos. Lo suficientemente deteriorada para atestiguar su vetustez y lo suficientemente cuidada para confirmar que alguien “o muchos alguien” dedica su tiempo y su esfuerzo a cuidar su patrimonio.

¿Nunca has suspirado con una puerta neogótica? Marco de las novelas románticas… Y marco insuperable para (valga la redundancia) enmarcar la entrada y salida de los novios que se dirigen al altar. Capillas erigidas por los románticos del s.XVIII enamorados del gótico medieval.

Ahora traslademos esos marcos, esas entradas solemnes a capillas y abadías. Antes decíamos que eran “patrimonio”, y lo son. Vaya si lo son. De ahí su valor arquitectónico, pero también su valor decorativo. Y ahí radica nuestro verdadero reto: el de usar sin estropear lo que nos viene dado desde hace casi tres siglos.

Cuando afrontamos una decoración de boda en exterior nos gusta saber si lleva incluida la decoración de unos de estos pórticos. Por conciencia y por responsabilidad. Responsabilidad “doble”: hacia la pareja de novios y hacia la parroquia correspondiente. Cuando mencionamos a los novios es porque sabemos que el arco floral será uno de los centros neurálgicos de su boda y de su reportaje fotográfico. De la parroquia porque sabemos que ésta tiene que responder ante Patrimonio Nacional y no puede consentir el deterioro de un bien tan preciado.

Por eso, cuando planificamos este tipo de boda y/o celebración, nos gusta empaparnos bien en el sitio, para comprender todo el potencial que tiene y para saber cómo abordaremos la aventura sin poner en riesgo su piedra. Si es un arco de decoración floral sobre madera ya os podréis figurar que se redobla el riesgo y el compromiso.

Hay arcos de piedra que serán usados como base para nuestra estructura y, a partir de ellos, montaremos una decoración floral efímera aprovechando el arco capaz de resaltar la arquitectura, la belleza del lugar, sin perturbarla. Los años y la experiencia haciendo este tipo de decoración han hecho que sepamos sacar todo el partido a la “materia prima”, a la piedra y a la estructura que ésta conforma. Sacamos todo el partido decíamos, pero quizás sería más justo decir “extraemos todo el jugo” sin exprimir el marco. Para aprovechar las juntas, los relieves, los repliegues y la propia arquitectura para que sirva de lecho para nuestra decoración floral enmarcando el marco que es de por si el arco. Aunque lo más sensato en estas ocasiones sea preparar un armazón ad-hoc, exprofeso, para salvar el relieve de la piedra sin apenas tocarla.

Habrá otros arcos que no necesiten una estructura artificial y nos permitan aprovechar sus resquicios para implementar nuestra decoración. Cuál será nuestro éxito que no son pocos los párrocos que nos han solicitado, con el permiso de los novios, dejar la decoración en el marco de la puerta para esperar que arraigue y se quede como elemento decorativo perenne. Estos casos son más delicados, pero

Otro ejemplo, si cabe más peliagudo, de arco floral exterior para boda es el del enlace que tiene este párrafo. ¿Cómo “agarrar” el arco de flores sin dañar la piedra? Sin usar puntas ni clavos. Sin clavar y sin atornillar… Ese es el quid de la cuestión. Y por eso en Floristería Las Camelias somos expertos en la materia, porque sabemos cómo salvar todos estos obstáculos y ceder todo el protagonismo a los novios para que la ovación se la lleven ellos cuando enmarquen sus fotografías en el verde de nuestros arcos florales.