No es el primer artículo que dedicamos a los ramos de novia en Un mundo de flores.

Y volveremos a hacerlo. Es más, nos apasiona el tema. Nos vuelve locos y nos alegra el día cuando estamos preparando el calendario de publicaciones y ponemos los temas sobre la mesa… San Valentín fue un éxito, lo intuíamos y acertamos en nuestra intuición, es más, no uno, sino los dos que dedicamos a esa fecha tan entrañable.

Pero los ramos de novia preservados

Los ramos de novia os derriten.

Y nos derrite más todavía, si cabe tanto derretimiento, la expresión de la novia cuando por fin la entregamos su ramo.

Porque ramos de novia hay millones… tantos como novias: más floridos, sencillos, elaborados, detallados… pero tu ramo de novia, el tuyo, sólo hay uno. Y saber que nosotros formamos parte de esa sonrisa. De esa mirada vidriosa. De esa pausa en la respiración porque al ver tu ramo de flores desecadas, años después, se congela el mundo, se para el tiempo y revives en décimas de segundos tu boda.

No son pocas las novias, ya madres, alguna incluso abuela, y es que llevamos unos cuantos años en esto, que nos han llamado o se han pasado por Floristería Las Camelias para decirnos que cada vez que ven el ramo hacen un viaje en el tiempo y vuelven a sentir todo lo que sintieron en la fecha de su boda.

Insistimos en ese instante previo al enlace, cuando entregamos el ramo a la novia. El ramo soñado, deseado, anhelado y con el que ha fantaseado una y mil, qué decimos mil, cien mil veces a lo largo de su vida y se hace visible y palpable por fin. Nos ha pasado que al entregar algún ramo, recordamos dos en concreto, un Blacina y un Isabella que ambas novias se quedaron inmovilizadas. Rostros felices, pero miraban al ramo y detrás del ramo nos miraban a nosotros y nos atravesaban con la mirada al ramo y a quien se lo entregaba con sendas miradas profundas e infinitas.

Y es que ese instante es crucial, y es apasionante. La conexión entre una novia y su ramo. Y el poder evocador que ejerce sobre ella. Es como un billete de ida y vuelta a las raíces familiares. No pocas nos han confesado, con lágrimas en los ojos, de emoción, pura emoción, que fue sentir el ramo y darse un paseo por sus respectivos árboles genealógicos evocando a todas las mujeres de su familia… madre, abuelas, tías, primas, hermanas… y que dieron un salto más grande todavía y rememoraron bisabuelas y casas familiares, reuniones de veranos y comidas navideñas… rellenaron los huecos emocionales devolviendo el rostro a mujeres que habían hecho de ella lo que es justo en el momento en que cogió el ramo y sintió que era su ramo y que no se desprendería jamás de él. Y lo sigue sintiendo, cuando observa su ramo de novia de flores preservadas en un lugar especial y protagonista de su hogar.

Este es el poder de nuestros ramos, este es el poder… de TU ramo de novia preservado.