Hoy vamos a daros algunos consejos para que podáis estar en casa o iros de vacaciones sin que vuestras plantas mueran en el intento.

Nos preguntáis muchas veces cuándo y cómo hay que regar las plantas. Pregunta fundamental, así que tomad buena nota…

El riego debe ser en esas horas en las que el solo no está castigando ni está a punto de hacerlo, por dos motivos. Imaginad que regáis la planta al mediodía, con el sol en todo lo alto. Si la regáis poco, el calor del sol evaporará el agua, luego creeréis que las habéis regado pero en realidad será como si no. A esa misma hora, si la regáis demasiado, una parte se evaporará y otra parte dejará un charquito. ¡Peligro! Ese charquito se recalentará y el calor cocerá el tallo y/o la raíz, matando vuestra planta.

Sin embargo, si el riego es a primera hora de la mañana, o después de vuestra cena, la absorción de agua será la adecuada y el fresquito hará que estén frescas y lozanas. Es más, si vivís en una zona que por las noches cayera la temperatura, entonces ese mismo agua servirá para proteger a la planta del frío. Siempre que esté húmeda la tierra, no empapada.

Lo ideal sería, por descontado, contar con un riego programado. Así sabréis la hora y la cantidad, tanto de tiempo como de agua destinaréis al cuidado de cada planta, pero no es algo accesible para todos. Conviene hacerlo en porches, terrazas y jardines, pero no en interiores. En estos casos, de interior, si os vais de vacaciones siempre podríais poner una gelatina hidratante en la tierra de la maceta. Ésta se irá derritiendo en la medida en que la planta demande agua.

No pulverizar agua por encima de las flores. Hay plantas que sí lo aceptan, pero otras muchas, las más, pueden llegarse a pudrir por exceso de humedad, por lo tanto, y para no estar diciendo éstas sí y éstas no pueden ser pulverizadas, mejor abstente de pulverizarlas todas y lucirán firmes todo el verano.

Hablando de pudrirse… ¿Sabías que si las riegas demasiado también se pueden pudrir? Muy sencillo, porque hay que regarlas (y no todas necesitan ser regadas a diario) en su justa medida, para que la tierra absorba el agua y la planta, a su vez, absorba los nutrientes de la tierra húmeda. Si las raíces “nadan” en agua… pueden terminar pudriéndose y arruinar al resto de la planta.

No es agua todo lo que vigoriza a tus plantas. Es más, será necesario echar (poco y pocas veces, pero hay que tenerlo a mano) algún abono que fortalezca las raíces y a toda la planta.

De hecho, no conviene, si quiera, que la pongas directamente debajo del sol. Si hay un cristal de por medio podría quemarse. Y no hablamos de echar llama, pero sí de echarse a perder. Y si no lo hay, también aunque más despacio.

Quizás convenga trasplantar la planta. Si observas que la proporción de la maceta se queda pequeña, porque tienes que comprender que la planta tiene raíces y las raíces viven enterradas en la tierra, pero si crecen las primeras escaseará la segunda, así que tened muy en cuenta la cantidad de tierra y el tamaño de la maceta para que vuestras plantas tengan un vigor y una fuerza que hagan que luzcan más.

¿Maceta de terracota, plástico o metal?

No imagináis las veces que nos preguntan por el tipo de maceta ideal. Y procuramos orientaros de modo que conjuguéis estética y salud para las plantas. Si en algún momento debéis escoger entre decoración y salud… nosotros, que siempre sacamos partido a las flores y plantas para decorar, abogaremos por su salud. Y si vosotros hacéis lo mismo, ellas os lo agradecerán luciendo más y mejor. Por eso, el orden adecuado sería: terracota, metal (quizás sobre una terracota) y plástico. Lo último el plástico, porque entre otras cosas podría cocer vuestras plantas al no dejar pasar calor, frío ni humedad.

Esperamos que toméis buena nota de estos detallitos. Son sencillos de asimilar y vuestras plantas y flores os lo agradecerán.